Bitcoin superó recientemente la barrera de los 100.000 dólares, alcanzando los 104.000 dólares antes de estabilizarse en torno a los 103.000 dólares. Este avance coincidió con el anuncio de negociaciones comerciales entre funcionarios de EE. UU. y China en Suiza, lo que revitalizó el optimismo en los mercados financieros. Sin embargo, los expertos advierten que la clave detrás de este crecimiento reside en la expansión de la liquidez global.
Julien Bittel, investigador macroeconómico de Global Macro Investor, destaca que el aumento en el agregado monetario M2 mundial —que alcanzó los 111 billones de dólares— suele anticipar movimientos significativos en el precio de Bitcoin con una demora de unas 12 semanas. Según este enfoque, a medida que la liquidez crece en el sistema financiero mundial, parte de ese capital termina impulsando activos de riesgo como Bitcoin, generando alzas consistentes en su cotización.
No obstante, algunos analistas, como Benjamin Cowen, advierten que la correlación no es perfecta y que en ocasiones Bitcoin ha liderado los movimientos en la liquidez, especialmente en ciclos alcistas previos. Argumentan que factores externos, como colapsos de plataformas (caso FTX en 2022), pueden alterar esta sincronización. Raoul Pal y Michael Howell, otras voces influyentes del sector, respaldan la tesis de que la liquidez macroeconómica es determinante para entender el comportamiento de Bitcoin, y pronostican que la fase actual de expansión podría prolongarse hasta mediados de 2026, cuando se espera un posible pico.
Los analistas coinciden en que durante periodos de abundante liquidez global, Bitcoin tiende a beneficiarse y actuar como un activo macro, vinculado directamente a los flujos internacionales de capital. Sin embargo, alertan de que una futura contracción de la liquidez podría traducirse en presiones bajistas y mayor volatilidad a partir de 2026. Este panorama resalta la importancia de monitorear indicadores macroeconómicos globales, más allá de las métricas internas del ecosistema cripto.